¡Ganó la corrupción, pero democráticamente!

Escribo estas líneas con gran pesar. Me equivoqué rotundamente al creer que J. R. Mulino no sería electo presidente de Panamá.
Por el contrario, en una pública demostración de apoyo a la corrupción, un candidato escogido de "a dedo" por un declarado corrupto convicto y prófugo, con solo el 33% de los votos en la elección del día de hoy 5 de Mayo del 2024 se ha convertido en el nuevo mandatario de la República de Panamá, a pesar del combinado rechazo de un 67% del resto del electorado. 

Imagino que muchos  en nuestra República tratarán de soslayar el horroroso mensaje que este resultado envía al país y al mundo, y lo denominarán un triunfo para la democracia, señalando con extraño orgullo la pureza del proceso de votación que ha legitimado el ascenso de la peor representación de panameñidad posible. Y aunque es cierto que la democracia es por naturaleza impredecible, la aceptación de este candidato por la mayoría del electorado, no importa lo reducido de su margen de triunfo, decreta una peligrosa realidad para Panamá, cuyas consecuencias están aún por cuantificarse.

Que nadie pretenda explicar como positivo un desenlace que abre el camino para la glorificación del acto corrupto, al eliminar las usuales consecuencias de castigo por cometerlo. ¿Quién dijo que el crimen no paga? No hay otra manera de interpretar lo ocurrido en las urnas hoy, a pesar de que el electo presidente una y otra vez se jactó de haber recibido "un mandato" popular con su victoria.

¿Cómo podemos insistirle a la juventud que la virtud cívica resulta superior al oportunismo, a la trampa, al "juega vivo"?
Casi 800.000 (ochocientas mil personas) le dieron su aprobación a Ricardo Martinelli votando por su escogido. Esa es la cruda realidad.
Y pregunto, ¿para qué tener policía?, ¿para qué perseguir al delito, si lo acabamos de premiar entregando a Ricardo Martinelli el control del Poder Ejecutivo?.

Durante meses mantuve la esperanza de que este resultado no se produjese, porque sé que nuestro país posee un espíritu, un alma especial que lo hace maravillosamente único. Estoy convencido, aun a pesar de la realidad creada por actos como el de hoy, que nuestro carácter nacional es capaz de producir el tipo de voluntad necesaria para forjar un país en donde la oportunidad y la justicia estén al alcance de todos y de todas. Jóvenes como Juan Diego Vásquez y Gabriel Silva, y los que participaron en la coalición “Vamos por Panamá” como candidatos y candidatas, confirman mi certeza que Panamá puede crear respuestas honestas e inteligentes con las cuales labrarse un destino honorable y exitoso, a pesar de los pesares y decepciones que hoy muchos experimentamos.

Aunque me resulte absolutamente incomprensible la situación, trato de comprenderla asumiendo que resultados como el que hoy lamento forman parte de un proceso necesario, de una etapa de maduración, difícil pero inevitable, sin la cual no podría producirse el progreso que continúo considerando posible de alcanzar y ¿por qué no?, hasta inevitable. 

Preparemos entonces nuestras mentes y almas para lo que viene. Temo que no será lo que algunos piensan que ocurrirá, un mágico periodo de bonanza, e ilimitado progreso para Panamá. Como quiera que se trate de maquillar el asunto, un convicto, corrupto y prófugo de la justicia ha ganado la presidencia de nuestra república a través de su ungido testaferro, con el voto directo de un pueblo auto condenado por su irresponsabilidad y su rechazo a considerar el beneficio que puede resultar de vivir y aceptar las consecuencias de la honestidad cívica y el rechazo al veneno del clientelismo y del "juega vivo".

¡Que Dios nos conceda vida para ver esa posibilidad convertirse en realidad! 

Rubén Blades
Panamá
5 de Mayo, 2024.

 


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