Panamá y el futuro de la democracia

Pericles (el de la Grecia antigua, no el dueño del restaurante "La Puñalada”, popular local  visitado por todos los estratos sociales panameños de los años 60), y su paisano Aristóteles, consideraban que el mejor gobierno era aquel conformado por personas con la sabiduría necesaria para perfeccionar su virtud. Así mismo, Pericles definía como “políticamente inútil” a la ciudadanía que no se comprometía en las decisiones del estado, es decir, aquellos incapaces de participar en la creación de su propio futuro. Lo de la "sabiduría en el gobierno", por supuesto, no se asemeja ni remotamente a nuestra realidad política, o a la internacional, (Trump es un perfecto ejemplo).

La gentuza que gobierna nuestros sub-desarrollados estados, en su abrumadora mayoría, considera a la virtud como una debilidad y no un atributo. Y es que para el corrupto los principios no existen, no son deseados, resultan un estorbo para sus intenciones. Creo que la génesis de la corrupción está conectada al tipo de formación recibida en los hogares. La calidad moral de las acciones humanas en sociedad, más que actos racionales, son un hábito que se inculca, se reafirma y se desarrolla en el hogar. Un ser sin escrúpulos no se siente limitado por consideraciones éticas y por ello actuará siempre fuera del ámbito de lo que se considera correcto. Sin reglas que lo controlen, el ansía de poder y la codicia definen sus antojos. Sus acciones jamás procuran el bien común, solo el de su egoísta interés. 

Pero del otro lado, la ciudadanía apática y no participativa de la que hablaba Pericles también describe objetivamente el otro rostro de la actualidad nacional. De allí precisamente es que se nutre la existencia de los corruptos en la administración pública: son electos por la venalidad y la no participación cívica de una población indiferente, a la que no le preocupa su propio futuro. Los países, al igual que sus habitantes, no son creados pobres, son empobrecidos por la corrupción, por la aceptación ciudadana del "status-quo” y su reticencia por luchar para crear un futuro distinto. Los destinos se hacen, no se heredan y sin embargo nuestra población parece ignorar tal hecho. Si analizamos objetivamente nuestra realidad, la próxima elección del 5 de mayo es, en muchos aspectos, una proyección desnaturalizada de lo que debería ser la democracia, a pesar de que exteriormente se cumplan con los esquemas que aparentan sostener el ideal. Un análisis desapasionado indica que los componentes de tal estructura, como están planteados hoy por el sistema, contradicen el supuesto propósito que se postula y proclama. No puede ser democrático un proceso en donde un candidato o candidata independiente no recibe del estado el mismo apoyo otorgado al que representa a un partido político. Hay en este proceso factores poco usuales y sin duda sospechosos, si lo vemos desde la perspectiva de lo que hemos concebido como ideales democráticos, a los que deben ser intrínsecos los principios éticos. En este proceso que nos lleva a la votación del 5 de mayo, por ejemplo, un sujeto que está en prisión bajo acusaciones graves para la democracia (pinchazos telefónicos), que ya lleva casi dos años detenido en Estados Unidos y en Panamá, está habilitado para ser candidato como Alcalde y como Diputado a la Asamblea Nacional. ¿Cómo es posible que el electorado considere apoyarlo? Los candidatos nos dicen que han presentado sus programas de gobierno, algunos menos imprecisos que otros, pero la ciudadanía no habla ni discute el contenido de esos programas para decidir su voto. Tal ejemplo de irresponsabilidad contamina al proceso y lo demerita. Lo "democrático" entonces se limita a la posibilidad para el pueblo de ejercer el derecho a votar, pero no incluye su obligación de informarse para decidir de manera adecuada a quién encomendar la administración del futuro nacional. Cuando culpamos a los políticos por el actual estado de cosas, culpemos también a la ciudadanía que los escoge y habilita para saquearnos: son dos factores de una misma ecuación. Si la indiferencia cívica es la que sostiene la existencia del corrupto y le entrega el control, entonces la población indolente es su cómplice. ¿Por qué permitimos y aceptamos, como imposible de alterar, esta nefasta realidad?

Las encuestas de opinión, bajo sospecha de ser tan manipuladas como siempre, indican o sugieren que otra vez habrá más de lo mismo. Algunas han tratado de elevar la posibilidad de un candidato independiente, pero el aspecto anecdótico que presentan me recuerda lo que ocurrió con el Papa Egoró. A una semana de la elección del '94 las encuestas privadas nos daban un empate con Ernesto Pérez, pero las de los periódicos, radios y televisoras no nos daban ninguna posibilidad. El argumento de la "no viabilidad" de un independiente, o el razonamiento nada racional de que es "mejor un mal conocido que nuevo por conocer" parece seguir presente y determinante para la decisión del voto en la mente de muchos. ¿Por qué tal situación? Quizás indica algo más grave que el caso de estas elecciones: tal vez es porque la democracia, aunque parezca increíble, provoca miedo en muchos. No tengan la menor duda de que existen millones de personas que, a cambio de algún tipo de seguridad, alimentaria o física, preferirían otro sistema y estarían dispuestas a entregar su libertad personal a cambio de la garantía de no tener que pensar, decidir, escoger, ni arriesgar. La baja auto-estima de un pueblo conduce al abandono de la oportunidad democrática. Y esa oportunidad es aprovechada por los corruptos para satisfacer sus pretensiones de controlar para su propio beneficio.

Dentro de la hipocresía que define el supuesto intercambio honesto de opiniones en nuestra sociedad,( plenamente expuesto por la utilización de seudónimos para evadir su responsabilidad al expresarlas por las redes sociales), no se discute el tema de la posible muerte de la democracia. El ejercicio de una libertad, quizás mejor comprendida como libertinaje, parece ser lo que caracteriza la definición de democracia que prefiere el beneficiario del presente sistema. Pero esa definición no incluye el civismo, ni la responsabilidad ciudadana. Así, la mayoría define la democracia como un sistema en donde todos tenemos derechos garantizados, pero no obligaciones inalienables. Es entonces comprensible suponer que la democracia está condenada al fracaso, a desaparecer como un sistema viable de administración pública, no por culpa de extra-terrestres, ni por caprichos del destino, sino por nuestra propia irresponsabilidad, por nuestro egoísmo, nuestra falta de respeto por la naturaleza, por el ser humano y por su posibilidad espiritual e intelectual. Esa es la cruda realidad, maquillada con esquemas inoperantes y el absurdo de creer que el peligro no existe, porque existen los milagros. 

Por mi parte, el 5 de mayo votaré por candidatos independientes, tanto para presidente como para diputados.
Permanezco firme al principio de no a la re-elección. En el caso de la Alcaldía, debo admitir que estoy obligado a subordinarme ante el actual corrupto sistema, porque ante la posibilidad de que triunfe un probado mentiroso, totalmente carcomido por el odio y dotado de la más total incapacidad de civismo, o de respeto a la ley, me inclino a votar por el candidato del PRD, popularmente con mayor opción, aunque su partido también tenga un largo historial de corrupción. Igual situación problemática consideré cuando acepté participar en el gobierno de Martín Torrijos. Hoy estimo que al ocupar la posición en la cartera de turismo, por lo menos eliminé un espacio para la corrupción y con ello, a pesar de mi comprensible recelo, ayude a producir un efecto positivo al interés nacional. Por lo anterior, recomiendo apoyar al señor Fábrega como alcalde de la ciudad de Panamá. Jamás será peor de lo que la otra alternativa garantiza.

Resumo: El 5 de mayo nos corresponde con el voto apoyar el principio de una realidad diferente para Panamá, o certificar la admisión total de nuestra inacción ciudadana. Después del 5 de mayo, si los partidos políticos tradicionales y sus testaferros continúan usurpando la posibilidad nacional, que no esperen de parte alguna compasión, ni perdón. Y por parte de la ciudadanía votante, inútiles serán las excusas, o razonamientos, cuando Panamá colapse a consecuencia de nuestra imperdonable falta de amor por la Patria que nos vio nacer, la que nos ha ofrecido su razón de ser por tantas décadas. Me parece dudoso que de triunfar alguno de los candidatos de los partidos establecidos estos decidirán alterar su curso corrupto a favor de un gobierno responsable, dirigido al bien común y a la posibilidad nacional. Como indiqué antes, nací en un país rico, que ha sido empobrecido precisamente por la corrupción de estos grupos. Pero creo en la posibilidad de nuestra redención y no abandono a la esperanza, a pesar de los pesares.
Hace años que vengo demostrando con hechos mi fe en Panamá y en su futuro. El 5 de Mayo sustentare esa posición con mi voto. Espero que ustedes hagan lo mismo con el suyo y voten por candidatos independientes, como una forma de decir no a la re-elección y no a la corrupción.

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Rubén Blades
12 de abril, 2019.

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